Los músicos más destacados de la historia
1. Ludwig van Beethoven
Ludwig van Beethoven (Bonn, Sacro Imperio Romano Germánico, 16 de diciembre de 1770 – Viena, Imperio austríaco, 26 de marzo de 1827) fue un compositor, director de orquesta y pianista alemán. Su legado musical abarca, cronológicamente, desde el período clásico hasta inicios del romanticismo musical.
Su producción incluye los géneros pianísticos (32 sonatas para piano), de cámara (16 cuartetos de cuerda, 7 tríos, 10 sonatas para violín y piano), vocal (lieder y una ópera: Fidelio), concertante (5 conciertos para piano y orquesta, uno para violín y orquesta) y orquestal (9 sinfonías, oberturas, etc.), así como el ciclo de las Nueve Sinfonías, entre ellas la Tercera Sinfonía, también llamada Eroica,2 en mi♭ mayor, la Quinta Sinfonía, en do menor y la Novena Sinfonía, en re menor (cuyo cuarto movimiento está basado en la Oda a la Alegría, escrita por Friedrich von Schiller en 1785).
2. Wolfgang Amadeus Mozart
La obra mozartiana abarca todos los géneros musicales de su época y alcanza más de seiscientas creaciones, en su mayoría reconocidas como obras maestras de la música sinfónica, concertante, de cámara, para piano, operística y coral, logrando una popularidad y difusión universales.
En su niñez más temprana en Salzburgo, Mozart mostró una capacidad prodigiosa en el dominio de instrumentos de teclado y del violín. Con tan solo cinco años ya componía obras musicales y sus interpretaciones eran del aprecio de la aristocracia y realeza europea. A los diecisiete años fue contratado como músico en la corte de Salzburgo, pero su inquietud le llevó a viajar en busca de una mejor posición, siempre componiendo de forma prolífica. Durante su visita a Viena en 1781, tras ser despedido de su puesto en la corte, decidió instalarse en esta ciudad donde alcanzó la fama que mantuvo el resto de su vida, a pesar de pasar por situaciones financieras difíciles. En sus años finales, compuso muchas de sus sinfonías, conciertos y óperas más conocidas, así como su Réquiem. Las circunstancias de su temprana muerte han sido objeto de numerosas especulaciones y elevada a la categoría de mito.
En palabras de críticos de música como Nicholas Till, Mozart siempre aprendía vorazmente de otros músicos y desarrolló un esplendor y una madurez de estilo que abarcó desde la luz y la elegancia, a la oscuridad y la pasión —todo bien fundado por una visión de humanidad «redimida por el arte, perdonada y reconciliada con la naturaleza y lo absoluto»—.[2] Su influencia en toda la música occidental posterior es profunda; Ludwig van Beethoven escribió sus primeras composiciones a la sombra de Mozart, de quien Joseph Haydn escribió que «la posteridad no verá tal talento otra vez en cien años».[3
3. Antonio Vivaldi
Era apodado il prete rosso («el cura rojo») por ser sacerdote (católico) y pelirrojo. Compuso unas 770 obras, entre las cuales se cuentan 477 conciertos y 46 óperas. Es especialmente conocido a nivel popular por ser el autor de la serie de conciertos para violín y orquesta Las cuatro estaciones. Esta obra, forma parte del ciclo de su opus 8 «Il cimento dell’armonia e dell’inventione», tiene una importancia capital por suponer la ruptura del paradigma del Concerto Solli, establecido por el mismo Vivaldi. Hasta entonces, el Concerto Solli era un concierto en el que el instrumento solista llevaba todo el peso de la melodía y la composición, y el resto de la orquesta se limitaba a ejercer el acompañamiento según las reglas de la armonía.
Sin embargo, Las cuatro estaciones son un concierto para violín en el que la orquesta no actúa como mero fondo de acompañamiento, sino como un relieve: no se limita a acompañar al solista, sino que ayuda al desarrollo de la obra. Esto influirá posteriormente en los conciertos de Händel y, sobre todo, de Bach, ya que Bach estudiaría asiduamente los conciertos de Vivaldi, y sería a partir de las innovaciones originales de Vivaldi que Bach perfeccionaría el concepto de concierto. De esta manera, con la forma musical de los Concerto Solli se lograría definir de manera definitiva lo que podría llamarse el concierto para instrumento solista moderno, estableciéndose un equilibrio perfecto entre solista y orquesta, sin que el concierto llegue al extremo de tener que ser considerado un Concerto Grosso, en el se establece un diálogo entre orquesta y solistas de manera que los papeles de solista y acompañante se intercambian entre un pequeño grupo de intrumentos (el concertino, a veces un único instrumento) que actúa usualmente de solista, y la orquesta (el ripieno). Llegar a este punto sin embargo fue un proceso que condujo de Arcangello Corelli y Giuseppe Torelli a los ciclos donde podría decirse Vivaldi experimenta con este género instrumental. Cabe destacar por ejemplo el ciclo del Opus 3, donde se percibe un gran dominio en su concepto de concerto grosso y concerto con soli, donde los más conocidos son el Opus 3 N6 en la menor y el Opus3 N11 en re menor, donde se presenta un maravilloso ejemplo de fuga a cuatro voces (2 violines, viola, violonchelo y continuo). Así, Las cuatro estaciones representan el Concerto Solli perfecto, a tal grado que influye notablemente la música de Johann Sebastian Bach, y ésta inexorablemente en Haydn; y Haydn, a su vez, al convertirse en maestro de, entre otros, Mozart y Beethoven, extiende la influencia de Vivaldi a más músicos sin que, probablemente, hubieran conocido la obra de Vivaldi.
4. Johann Sebastian Bach
Su reputación como organista y clavecinista era legendaria, con fama en toda Europa. Aparte del órgano y del clavecín, también tocaba el violín y la viola de gamba, además de ser el primer gran improvisador de la música de renombre.[1]
Su fecunda obra es considerada como la cumbre de la música barroca y una de las cimas de la música universal y del pensamiento musical occidental,[2] epicentro de la música occidental, y uno de los grandes pilares de la cultura universal,[3] no sólo por su profundidad intelectual, su perfección técnica y su belleza artística, sino también por la síntesis de los diversos estilos internacionales de su época y del pasado y su incomparable extensión. Bach es el último gran maestro del arte del contrapunto,[4] y su máximo exponente, donde es la fuente de inspiración e influencia para posteriores compositores y músicos desde Mozart pasando por Schoenberg, hasta nuestros días.[1]
Sus obras más importantes están entre las más destacadas y trascendentales de la música clásica y de la música universal. Entre ellas cabe mencionar los Conciertos de Brandeburgo, el Clave bien temperado, la Misa en si menor, la Pasión según San Mateo, El arte de la fuga, La ofrenda musical, las Variaciones Goldberg, la Tocata y fuga en re menor, las Cantatas sacras 80, 140 y 147, el Concierto italiano, la Obertura francesa, las Suites para violonchelo solo, las Sonatas y partitas para violín solo y las Suites orquestales.[5
7. Piotr Ilich Chaikovski
Mientras se desarrollaba su estilo, Chaikovski escribió música en varios géneros y formas, incluyendo la sinfonía, ópera, ballet, música instrumental, de cámara y la canción. A pesar de contar con varios éxitos, nunca tuvo mucha confianza o seguridad en sí mismo y su vida estuvo salpicada por las crisis personales y periodos de depresión. Como factores que contribuyeron a esto, pueden mencionarse su homosexualidad reprimida y el miedo a que se revelara su condición, su desastroso matrimonio y el repentino colapso de la única relación duradera que mantuvo en su vida adulta: su asociación de 13 años con la rica viuda Nadezhda von Meck. En medio de esta agitada vida personal, la reputación de Chaikovski aumentó; recibió honores por parte del Zar, obtuvo una pensión vitalicia y fue alabado en las salas de conciertos de todo el mundo. Su repentina muerte a los 53 años suele atribuirse generalmente al cólera, pero algunos lo atribuyen a un suicidio.1
A pesar de ser popular en las audiencias de todo el mundo, Chaikovski recibió a veces duras críticas por parte de críticos y compositores. Sin embargo, su reputación como compositor de importancia es hoy en día segura,2 y ha desaparecido por completo el desdén con el que los críticos occidentales a principios y mediados del siglo XX catalogaban su música como vulgar y falta de pensamiento.3
8. Johann Strauss
9. Georg Friedrich Händel
Considerado el sucesor y continuador de Henry Purcell,[3] marcó toda una era en la música inglesa[4] siendo el compositor más importante entre Purcell y Elgar en Inglaterra. Es el primer gran maestro de la música basada en la técnica de la homofonía[5] y el más grande dentro del ámbito de los géneros de la ópera seria italiana[6] y el oratorio.[7]
Entre sus numerosas óperas y oratorios, cabe mencionar: Agrippina (1709),[8] Rinaldo (1711),[9] Amadigi di Gaula (1715),[10] Julio César (1724),[11] Tamerlano (1724),[9] Rodelinda (1725),[9] Tolomeo (1728), Acis y Galatea (1731),[12] Esther (1732),[13] Atalía (1733),[13] Orlando (1733),[9] Deborah (1733),[14] Ariodante (1735),[9] Alcina (1735),[9] El festín de Alejandro (1736),[13] Saúl (1739),[14] [13] Israel en Egipto (1739),[14] Il Allegro, il penseroso e il moderato (1740),[13] El Mesías (1741),[14] [11] [13] Samson (1743),[14] [13] Sémele (1744),[9] Hércules (1745),[13] Baltasar (1745),[13] Judas Macabeo (1746),[14] [13] Salomón (1748),[13] Susana (1749),[13] Teodora (1750)[13] y Jephtha (1751),[14] que son obras maestras de referencia obligada dentro del género.
Su inmenso legado musical, síntesis de los estilos alemán, italiano, francés e inglés de la primera mitad del siglo XVIII, incluye obras en prácticamente todos los géneros de su época, donde 43 óperas, 26 oratorios y un legado coral son lo más sobresaliente e importante de su producción musical.
10. Franz Schubert
Publicado el 17 noviembre, 2014 en Sin categoría. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
Deja un comentario
Comments 0